«Si
quieres sacramentos, tienes que pagar». En línea general, ésta es la impresión
que dentro y fuera de Alemania ha quedado reflejada por diferentes medios de
comunicación a raíz de la decisión de la Conferencia Episcopal Alemana de no
administrar los sacramentos a los ciudadanos alemanes que declaran civilmente
no pertenecer a la Iglesia católica.
El
Decreto fue hecho público el 19 de septiembre de 2012 y entró en vigor el 24
del mismo mes. En síntesis prevé que las personas que en el registro civil declaren
que ya no pertenecen a la Iglesia católica, y que en consecuencia dejan de
pagar el impuesto eclesiástico, no podrán participar de forma activa en la vida
de la comunidad eclesial, lo que implica no poder recibir los sacramentos.
¿En
Alemania se paga un impuesto eclesiástico? Cuando en el siglo XIX se
nacionalizaron los bienes de la Iglesia católica el Estado introdujo una forma
de compensar esa nacionalización: el sistema jurídico alemán previó que cada
ciudadano que declarase en el registro civil su pertenencia a una confesión religiosa
implicaría una contribución para sostener a la religión que decía pertenecer.
El Estado se convertía en canalizador de esa ayuda económica. De esta manera, y
con ligeras variantes a lo largo de estas décadas, los alemanes que reconocen públicamente
su adscripción confesional pagan voluntariamente entre un 8% y 9% extra de
impuestos sobre la renta al Estado, quien encauza ese dinero a la religión a la
que los ciudadanos públicamente dicen pertenecer.
Desde
luego que es un poco problemático vincular el pago de un impuesto (en
vocabulario clerical lo deberíamos llamar «diezmo») al reconocimiento público
de la personal adscripción religiosa, pero también es justo entenderlo en el
contexto específico del país donde sucede y de acuerdo a la historia de la
Iglesia en ese país. De suyo, gracias a ese «diezmo» la Iglesia católica
alemana financia no pocos proyectos de caridad cristiana en países de África,
América latina y Asia y es, hoy por hoy, el primer empleador no gubernamental
en toda Alemania.
Pero
en los últimos años no pocos alemanes han comenzado a cancelar su pertenecía a la Iglesia católica
en el registro civil por diferentes motivos. Canónicamente, se trata de casos
de apostasía (negación pública de la fe de Jesucristo recibida en el bautismo)
y esto es realmente el meollo del asunto. La Iglesia no puede dar los
sacramentos a un apóstata que libremente decide no ser parte de ella.
«Se trata de una declaración precisa. Quien pide al registro
civil cancelar su pertenencia a la Iglesia
católica no será parte de ninguna manera de la comunidad eclesial. No se
puede escapar de la dimensión «civil» de la Iglesia y definirse al mismo tiempo
católico. Este es el
punto fundamental del Decreto», declaró el padre Hans Landendoerfer, S.J., secretario
general de la Conferencia Episcopal Alemana a Radio Vaticana (cf. «Decretodella Chiesa tedesca su quanti dichiarano all'anagrafe di non essere piùcattolici», 20.09.2012). Y añade: «Esta ha sido siempre
la posición de la Conferencia Episcopal y estamos contentos que ahora también
quede escrito y aprobado de modo oficial. Esta es la diferencia con el pasado:
ahora el párroco deberá ocuparse directamente de quien quiere abandonar la
Iglesia. Con este documento queremos demostrar que queremos ocuparnos también
de quien no quiere ser parte de la Iglesia».
A finales de septiembre de 2012 esta nueva praxis quedó
refrendada también por un organismo gubernamental: el Tribunal Federal
Administrativo Alemán dio la razón al obispado de Friburgo el pasado 27 de
septiembre. En 2007 Hartmut Zapp canceló en el registro civil su pertenencia a
la Iglesia católica pero reclamaba su «derecho» a seguir formando parte de
ella. Finalmente se ha fallado a favor de la Iglesia católica y el Estado
alemán reconoció que es asunto de la Iglesia, y no del Estado, el modo como la
comunidad religiosa se relaciona con quienes apostatan.
Esta nueva forma de proceder que, dicho sea de paso, cuenta con
la aprobación de la Santa Sede, presenta en el fondo una preocupación que se ha
pasado de largo en el ir y venir de informaciones: el interés por las personas
que se dan o quieren dar de baja. De hecho, es significativo que no se trata de
una fría decisión sino de una oportunidad de acercamiento por parte de los
sacerdotes de cada parroquia: «Aquellos que pidan ser borrados como católicos
del registro civil, recibirán una carta del párroco de la zona. Se les pedirá
un encuentro y un coloquio. En este diálogo se buscará entender la motivación
de esa decisión. Se explicará también cuáles serán las consecuencias ligadas a
esta salida. Obviamente los sacerdotes buscarán hacer cambiar de idea a estas
personas, así como poder darles la posibilidad de participar en la vida de la
Iglesia, con los deberes que implica», dijo también el padre Landendoerfer a
Radio Vaticana.
Con todo este contexto se puede concluir parafraseando a Diego
Contreras en su blog «La Iglesia en la prensa»: la introducción de elementos de
confusión están presentando a la Iglesia como una organización interesada
solamente en el dinero. Posiblemente no todo sea «culpa» de los medios ávidos
de reportar conflictos sino también un problema de comunicación institucional de
la misma Conferencia Episcopal.
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Peliagudo tema, el del mantenimiento de la Iglesia. No sé cómo será en los países sajones, pero en España existe la idea de que, como la Iglesia ya tiene mucho dinero, no hay que aportar más. Se entiende que se diga entre personas que no acuden a ella, pero sorprende en otros que se declaran católicos y sí lo hacen. Bautizan a sus hijos, se casan en ella, acuden al templo -CASI todos los domingos-, usan las instalaciones parroquiales, etc. Pero luego tuercen el gesto cuando se les pide dinero, ya que todo éso no se mantiene del aire. Pues seamos consecuentes, caramba... Una cosa es que la Iglesia tenga la obligación de dar gratis los sacramentos, pues "gratis lo habéis recibido", y otra muy distinta pretender tener el templo limpio, sin goteras, con luz, etc. Y éso, sin contar con los muchos gastos sociales que tiene la Iglesia y que -todo hay que decirlo- ahorra al estado.
ResponderEliminarMR (Monárquico y Republicano) - España
P.D.: hoy he sido comedido, D. Jorge Enrique, esta vez me tiene que dejar pasar el comentario :)
Si Ud. P. Mujica no conoce la situación de Alemania en su profundo y difícil contexto, le sugiero que no se meta a escribir en su blog sobre este tema. Infórmese. Vaya a vivir unos meses en las ciudades donde es muy duro contatar la vida eclesial acá y métase en el ámbito de esta Iglesia. La decisión tomada provocará un gran problema, como ocurrió con Lutero.
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