En memoria de los millones de niños asesinados legal o clandestinamente en el vientre de sus madres.
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Herodes mató por egoísmo a decenas de niños inocentes: "envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo", dice el evangelista Mateo (2,16). El centro de los pensamientos de Herodes era él mismo, su sed de poder, su ansia de protagonismo, su sólo mirarse a sí mismo.
El egoísmo sigue siendo hoy, dos mil años después, el motor de tantas muertes de bebés inocentes que son exterminados en el lugar que debería ser el más seguro para ellos, el vientre de sus propias mamás. Sí, muchas mujeres son orilladas a esa falsa salida porque no cuentan con el apoyo, porque nadie las orienta o porque están confundidas. En buena medida el considerar a ese otro ser humano, al bebé, como una cosa y no como la persona que es, es una victoria de la cultura de la muerte, una victoria del individualismo.
En el día dedicado por la Iglesia a los santos inocentes recordamos a esos millones de bebés que han sido asesinados a lo largo y ancho del mundo.
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