Hace casi 2 años lancé una fans page en Facebook. Ahí colocó algunas de las luces que Dios me regala cada día y también reflexiones en torno a cosas que veo o me llaman la atención, especialmente si dicen relación con temáticas como la comunicación, internet, la Iglesia católica, la vida y la familia.
Desde el principio no quise que tuviera mi nombre porque entiendo que el protagonismo es de Dios, de quien yo soy sólo un instrumento. Pero siempre firmo con mi nombre y apellido porque lo escrito o compartido suponen una responsabilidad. He notado que este cariz personal, el hecho de que las personas saben y sienten que se relacionan con alguien real, de carne y hueso, es algo muy positivo pues posibilita la apertura y la confianza.
Esa relación de cercanía queda manifestada en una marcada interacción que se refleja en la cantidad de comentarios, "me gusta" o compartidos que los "seguidores" mismos realizan. De hecho, debo reconocer con gratitud que el crecimiento de esa fans page se debe no a una campaña de promoción sino a recomendaciones de quienes ya siguen ese espacio.
En el contexto de una sociedad supuestamente desinteresada por lo católico, no deja de maravillarme el elevado número de personas interesadas en las reflexiones que un joven religioso como yo, futuro sacerdote, les ofrece. No comparto o escribo cosas de esas que suelen atrapar la atención de ciertos sectores (chismes, especulaciones, cotilleo, sensacionalismo o amarillismo). Y es precisamente en esto en donde puedo vislumbrar un atisbo de sed de Dios, un anhelo de crecer en la propia fe, de fortalecerla o redescubrirla.
Desde luego que llevar una fans page con tantas personas que la siguen supone una responsabilidad especial. Mantengo este proyecto, que es uno más de los muchos que impulso en la web, con no poco esfuerzo. Esfuerzo que vale la pena cuando leo los comentarios y experiencias que las personas dejan como anotaciones a los post. Tengo muy presente que no se trata de "hacerme popular" sino de llegar a más para que Cristo toque a más corazones.
Es motivo de inquietud el hecho de no poder responder a cada una de las personas que comentan. Al inicio podía hacerlo porque eran menos... Desgraciadamente el tiempo a disposición no es proporcional al gran deseo de contestar uno a uno. Ahora me limito a practicar el deporte de la moderación de comentarios pues en no pocas ocasiones la fans page es invadida por protestantes y ateos cuyos improperios borro y, si es el caso, denuncio. Al menos puedo asegurar que leo todo lo que comentan, que no es poco.
No obstante las limitaciones personales, debo decir que esta experiencia ha sido algo sumamente positivo. Hoy quiero agradecer a las más de 100 mil personas que siguen este trabajo: a los que se sumaron desde los primeros días y a los más recientes también. Son los fans de Cristo y de su Iglesia, mis hermanos en la fe, y les doy las gracias por dejarme entrar a sus hogares por medio de las pantallas de su ordenador, teléfono o cualquier otro dispositivo móvil.
Concluyo este texto agradeciendo también de modo especial a las personas que este año 2013 me ayudaron durante la campaña de donativos que realicé en la segunda quincena de septiembre. Gracias a su generosidad he podido conseguir la computadora portátil nueva. Termino ahora sí con una cita de Benedicto XVI que guía mi acción apostólica en Facebook y en todos los demás espacios digitales en los que hasta hoy estoy presente:
"Es natural que quien tiene fe desee compartirla, con respeto y sensibilidad, con las personas que encuentra en el ambiente digital. Pero en definitiva los buenos frutos que el compartir el Evangelio puede dar, se deben más a la capacidad de la Palabra de Dios de tocar los corazones, que a cualquier esfuerzo nuestro. La confianza en el poder de la acción de Dios debe ser superior a la seguridad que depositemos en el uso de los medios humanos" (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2013).Algunas cifras:
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