31 legionarios de Cristo han sido ordenados sacerdotes la mañana del sábado 14 de diciembre de 2013 en la basílica de san Juan de Letrán, la catedral del Papa en cuanto obispo de Roma. El obispo ordenante ha sido el cardenal Velasio De Paolis, delegado pontificio para los Legionarios de Cristo. Yendo más allá de las comprensibles emociones suscitadas dada la carga emotiva que conllevan ceremonias como esas, en su homilía el Cardenal Velasio hizo una profunda reflexión sobre el sacerdocio «legionario» en el contexto muy concreto de lo que la Legión de Cristo ha vivido en los últimos años. El Cardenal De Paolis habló dijo que se trataba de una «reflexión muy general» pero quizá ese rasgo de «generalidad» es lo que le dio el carácter de genialidad pues, en cierta forma, hizo lo que bien podrían denominarse «resumen sobre el pasado, presente y futuro de la Legión de Cristo».
El Cardenal De Paolis es una persona que no dice palabras de más. En sus pronunciamientos y textos las palabras están bien meditadas. Y dado que ha conocido en profundidad la familia religiosa que el Papa le delegó habla no sólo con competencia sino también con conocimiento de causa sobre el pulso de la misma. Y es esto lo que les ofrezco como provechosa lectura (el texto íntegro de la homilía puede leerse en este enlace. Aquí sólo reproducimos la parte señalada líneas arriba):
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«[…] los últimos años de preparación al sacerdocio han coincidido con los años en los cuales la Legión ha sido llamada a recorrer, bajo la guía de la Iglesia, un camino de purificación y de renovación, en vista del Capítulo Extraordinario, que deberá elegir a los nuevos superiores para el futuro y aprobar las nuevas constituciones que os daréis. El Capítulo, después de más de tres años de preparación, ha sido convocado e iniciará dentro de poco, el 8 de enero próximo. Será el mismo Capítulo quien se pronunciará sobre los eventos que ha vivido la congregación. En este momento nos limitaremos a hacer una reflexión muy general.Vosotros habéis perseverado en vuestra congregación y hoy recibiréis en ella el sacerdocio, después de haber vivido las pruebas a las cuales la Legión ha sido sometida en este tiempo. Si vosotros hoy estáis aquí, significa que vosotros las habéis superado y habéis podido superarlas solo porque habéis conservado en vuestro corazón la certeza de un amor, el amor de Cristo.En la Legión de Cristo hubo un momento en el cual el pecado, que había encontrado un lugar en ella y la oprimía, se hizo muy visible y abierto hasta tomar proporciones enormes y alcanzar una publicidad que llenó por largo tiempo periódicos y medios de comunicación mundiales. Se tuvo temor por su supervivencia. Sobre ella se posaron miradas sin piedad que pusieron al descubierto la pobreza y la vergüenza. Fue un momento verdaderamente muy difícil. Cualquier cosa negativa que se contara sobre los Legionarios se consideraba como verdad indiscutible. Los medios de comunicación hablaban con lujo de detalles, casi con una cierta complacencia. Para los Legionarios fue ciertamente un momento feo y difícil. Puso a dura prueba su fidelidad a la vocación o por lo menos la pertenencia a la misma Legión. Algunos titubeaban para creer lo que se decía. Otros ante los hechos relatados se dejaron llenar de amargura, se sentían extraviados y sin fuerzas para confiar. De una situación así, se pensaba y se decía, no puede nacer nada nuevo. Algunos, pocos afortunadamente, se han ido. Decían que habían dejado la Legión porque habían sido traicionados por el Fundador y por los superiores que lo había encubierto o no habían revelado la verdad de manera adecuada.
Galería fotográfica con varios momentos de la misa de ordenaciones.
Otros se quedaron, porque pensaron que su opción fue por Cristo, que no les había traicionado y no podía traicionarles. Se confiaron al Dios de la bondad y de la misericordia, capaz de renovar el corazón de los hombres y de sacar hijos de Abraham incluso de las piedras. Se quedaron. Son los más. Son la gran mayoría. Entre estos estáis vosotros y los hermanos que hoy se reúnen alrededor de vosotros para este día de fiesta, junto con vuestros familiares y amigos.Vosotros que os quedasteis no sois ciertamente responsables personalmente de los hechos dolorosos revividos en este camino de más de tres años. Con vuestro comportamiento y con vuestra fidelidad, con vuestro sufrimiento y el someteros al peso del oprobio por el pecado de los legionarios, habéis permitido el camino de la purificación y de la renovación de la misma congregación, y la habéis devuelto más bella al servicio del Regnum Christi y de la Iglesia. Habéis así confirmado con vuestro comportamiento la verdad de que el mundo se renueva no por quien se limita o se pierde en los escándalos, o en la desconfianza o se pone en la ventana a curiosear o a expresar la propia insatisfacción, sino de quien asume el pecado, llevando las consecuencias al ofrecimiento de su propia vida, y permaneciendo fiel a la propia vocación. Son estos los Legionarios de los cuales la Iglesia y la Legión tienen necesidad.Han sido tres años de un camino penitencial y de purificación en vista de una renovación. Habéis sabido escuchar tantas acusaciones que de tantas partes os han llegado. Las habéis examinado. Las habéis verificado. Lo que había de reconocerse, lo habéis admitido y os habéis esforzado en corregirlo. Habéis sufrido y os habéis dado cuenta también del sufrimiento que la Legión ha causado a otros por el comportamiento de sus miembros, empezando por el Fundador. El sufrimiento de los demás os ha ayudado a entender y a llevar también el vuestro. Habéis hecho la experiencia de una paz obtenida precisamente a través del sufrimiento y de una reconciliación fruto del perdón, del cual todos necesitamos. Deseo que de ello nazca una nueva Legión reconciliada consigo misma y con los demás, capaz de perdonar y de pedir perdón. Las nuevas Constituciones no son el fruto de una técnica jurídica, sino el fruto de un largo examen de conciencia de toda la congregación.Estos hechos han ciertamente marcado también vuestro sacerdocio, en modo positivo. El Sumo y Eternos Sacerdote, que es Cristo Jesús vino para revelarnos el rostro misericordioso del Padre, a perdonarnos y adoptarnos como hijos. Este sea también el rostro de vuestro sacerdocio. La salvación está colgada del perdón que pende del árbol de la cruz y de él ilumina el mundo y se vuelve esperanza de salvación».
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