Como en muchas ciudades, en el Vaticano también hay librerías. Y en las librerías del Vaticano –faltaba menos– se venden libros sobre la fe y la Iglesia católica. Uno de esos libros en venta, para cualquiera que quiera comprarlo, es el titulado «Actividad de la Santa Sede 2012», de la Editorial Vaticana. Una parte del contenido de ese libro dio pie para que una agencia de noticias americana, Associated Press (AP), presentara como «scoop» lo que de hecho no lo era. Nos referimos al dato sobre el número de sacerdotes que como sanción por haber cometido abusos contra menores han tenido que dejar de serlo.
Como AP es una agencia internacional de noticias, multitud de periódicos reprodujeron sus informaciones moviendo, a través de sus titulares, a reacciones de los lectores que bien se pueden sintetizar en expresiones como «¡Pero mira cuántos abusadores en la Iglesia en dos años!». Si no fuera porque la precipitación lleva a opinar sin conocer (o a opinar sin dar contexto, algo común en las informaciones relacionadas con la Iglesia católica), una correcta exposición del dato cierto llevaría a presentar adecuadamente las cosas.
Ante todo no se trata de personas que cometieron abusos en esos dos años. Se trata de ex sacerdotes que lo habían hecho más atrás en el tiempo y ahora, tras un proceso, reciben el mayor castigo que puede dar la Iglesia a un sacerdote: reducirlo al estado laical. En este sentido, así como se ha presentado el dato, la noticia está «coja» porque no se menciona que estas penas son el resultado de la aplicación de las normas emanadas y aplicadas por Benedicto XVI, el Papa al que el imaginario mediático todavía sigue presentando injustamente como si no hubiera hecho algo por poner una solución a ese problema en la Iglesia.
Como parte de esa contextualización general habría que añadir que si bien un solo caso de abuso ya es mucho, la cantidad de abusos cometidos por parte de sacerdotes católicos no tiene la proporción que mediáticamente se le da (véase «Sacerdotes y pedofilia: los 10 mitos y las 10 verdades»).
En este sentido, los datos reflejados (y a disposición de cualquiera que quiera consultarlos tras adquirir la obra en las librerías del Vaticano) constituyen más bien una dato que, dentro de lo lamentable y reprobable que son los abusos contra menores, sea quien sea el que los perpetre, constituyen una buena señal de que las cosas se mueven adecuadamente en el Vaticano para prevenir y castigar este tipo de delitos.
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