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Foto real de las cuatro religiosas asesinadas en Yemen. Descansen en paz estas santas mártires de la Iglesia perseguida del siglo XXI |
En la iglesia católica ha habido casos de abusos sexuales por parte de algunos de sus ministros. No debía pasar. Pasó. Es muy, muy lamentable. Quienes eso hicieron son unos criminales. La prensa se ha ocupado de visibilizar y explotar ese tema, en muchos casos verdad y en otros tantos meras calumnias. Respecto a los que pusieron las cartas sobre la mesa, fruto de investigación y trabajo de verdadero periodismo, se los agradecemos. La Iglesia les está en deuda. Echamos de menos, sin embargo, la misma visibilidad para otras víctimas que lo son en un grado no menos importante: los cristianos que son perseguidos por el solo hecho de creer en Jesucristo. ¿Cuántas portadas de periódicos y revistas les han dedicado, cuántas horas de programas de radio y televisión, en cuántas tertulias se ha hablado de ellos?
Todos los días son asesinados. El último, dolorosísimo caso, pasó el 4 de marzo de 2016 en Yemen. Unos bandidos hijos de Alá entraron en torno de las 8:30 de la mañana al convento y arremetieron contra cuatro monjas de Madre Teresa de Calcuta que estaban dando el desayuno a los ancianitos que cuidaban. Mataron a 4 de ellas (Anselm, Reginette, Margarita y Judith), más unas 12 personas que les ayudaban, además de secuestrar a un sacerdotes salesiano. Son mártires, nuestros mártires.
Y, ¿ha leído, escuchado o visto algún programa en horario estelar en medios no católicos? Lo decía muy bien el Papa al recordarlas al final del rezo del ángelus en la plaza de san Pedro en el Vaticano: "Son víctimas del ataque, de aquellos que les han asesinado, y de la indiferencia, de esta globalización de la indiferencia, del ‘no importa’". Y dijo también: "Estos son los mártires de hoy. Y estos no son portada de los periódicos, no son noticia. Estos dan su sangre por la Iglesia". Tal vez por eso no son noticia.
La misioneras de la caridad, la congregación de monjas que fundó Madre Teresa, suelen rezar una oración que seguramente fue la que las hermanas Anselm, Reginette, Margarita y Judith recitaron por la mañana de su martirio, al final de misa y antes de su asesinato:
Señor, enséñame a ser generoso.
Enséñame a servirte como lo mereces;
a dar y no calcular el costo,
a luchar y no prestar atención a las heridas,
a esforzarme y no buscar descanso,
a trabajar y no pedir recompensa,
excepto saber que hago tu voluntad.
Al parecer en la prensa sólo hay espacio para una tipología de víctimas. Qué bueno que las que de verdad lo son cuente con él. Qué pena que otras que no lo son en menor medida no encuentren la justa y debida atención mediática. ¿Será que las primeras no interesaban por sí mismas a los medios?
¿Te sientes un héroe por ir a misa?A ellas las mataron por el solo hecho de ser cristiana. Y no es mentira: el...
Posted by Evangelidigitalización on domingo, 6 de marzo de 2016
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